maestre

viernes, 3 de julio de 2020

§ Décimo séptima entrada: 666

"He aquí sabiduría: el que tiene entendimiento, calcule el número de la bestia, pues es número de hombre. Y su número es seiscientos sesenta y seis". Así reza en el Apocalipsis de san Juan (13:18) y más adelante lo retomaremos para contextualizar mejor. En primer lugar, los números hindúes (mal llamados árabes) no aparecieron hasta el siglo V-VI d.C. y el Apocalipsis se escribió en el siglo I d.C. en antiguo griego o hebreo.

      Al traducirse a los números romanos queda: DCLXVI (D=500, C=100, L=50, X=10, V=5, I=1. Sumadas como toca da 666) Domitius Caesar Legatos Xti Violenter Interfecit, o Domicio César asesinó brutalmente a los enviados de Cristo. Usar la numerología para mensajes cifrados era totalmente natural y común en aquella era. De hecho, los números en el mundo antiguo tenían tres usos: el cuantitativo y permanente hasta hoy; el cifrado de mensaje, que estamos viendo; y el simbólico que, tras aclarar la frase en latín, veremos aplicado también al 666.


    ¿Quién fue Domicio César? Domicio era el nombre de Nerón antes de ser apadrinado por el emperador Claudio. El lema latino mostrado al principio y abreviado por siglas en DCLXVI también sería extrapolable a Domitianus Caesar, quedando como Domitianus Caesar Legatos Xti Violenter Interfecit, pero abreviándose con el mismo 666 romano. En este caso haría referencia a otro emperador más sanguinario, si cabe, que el mismo Nerón; y que llevó a cabo la persecución más contundente en contra de cristianos y judíos: Domiciano. Pero lo más probable es que hiciera mención a Nerón por las fechas de mandato de cada uno. A sabiendas de que el Apocalipsis de san Juan se escribió entre 65 y 90 d.C. y Domiciano reinó del 81 al 96 d.C., parece más lógico que se refiera a Nerón, quien gobernó del 54 al 68 d.C., por el margen temporal que otorgaría la cronología de Nerón para que los acontecimientos pudiesen adecuarse y asentarse hasta el otro lado del Mediterráneo; mientras que la cronología de Domicionado ni siquiera daría lugar a ser terminada antes de que san Juan acabase su Apocalipsis, también conocido como "El Libro de las Revelaciones" o "El Libro de la Revelación". Sobre el congnomen o apellido "Caesar" es común en todos los emperadores de la dinastía Julio-Claudia (la primera dinastía de emperadores); esto se debe a considerar a Julio César como una suerte de fundador del imperio y el método ideal para que el emperador de turno se proclamase como descendiente de Venus y Marte, pues Julio César lo era según los cánones mitológicos.

      Y cabría otra lectura de numerología cifrada residente en Nerón: partiendo del alfabeto usado por el mismo san Juan, el hebreo, las letras que componen la fórmula "Nerón Emperador" valen 666 si las sumamos en el orden básico (a=1, b=2, etc.). Esta relación alfanumérica se conoce por el nombre de gemátrica.


     ¿Qué síntesis se nos revela si el 666 lo analizamos bajo el prisma de numerología simbólica? La numerología simbólica implica que cada número significa una idea. Así, por ejemplo, el 1 significaba Dios, por su singularidad; el 2 representaba al hombre, por su dualidad; el 3 referenciaba a la totalidad, por las tres dimensiones espaciales y temporales (pasado, presente y futuro); el 4 refería a la geografía terrestre total, por los cuatro puntos cardinales; el 5 simplemente una cantidad imprecisa, un montón; el 7 era la divinidad o la perfección; y el 6 sería, por ser uno menos que el 7, la imperfección, el pecado. Así, el tres veces seis, nos quedaría como el absoluto pecado.

      San Agustín, durante los siglos IV-V d.C. no dejó de explicar en su De Civitate Dei que, sin duda, fue la cultura romana quien incubaría al Diablo y a los demonios (con sus posibles formas literales, literarias, metafóricas, místicas, etc. etc.) mediante sus hábitos bélicos, abusivos, corruptos, totalitarios, opulentos... todo a costa de someter a diversas tribus vecinas. Esto nos lleva a "Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas" (Mateo 6:24) y, efectivamente, quienes podían vivir/prosperar en Roma eran quienes la veneraban, quienes se dejaban marcar de forma distinguible por ella; véase a través de aceptación de cultos religiosos, integración en las legiones, ajustándose a su ley e impuestos, etc. (la adoración de la bestia).

      Este paisaje no ha quedado atrás en el tiempo, sino que se repite hoy día en el sistema actual, ya que sigue existiendo, como rasgo fundamental, el hecho de adecuarte al sistema a favor de la veneración de las riquezas, o por el contrario ser un marginado perseguido por el mismo sistema. Observemos si no las estructuras políticas, la formulación de leyes, el derribo económico o el agonizar de la naturaleza y analicemos qué consecuencias trae esto para cada clase social. De hecho es en la globalización (y asimilando imperialismo y capitalismo en el concepto globalización) donde reside el éxito del imperio romano: presentarse como elemento aglutinante de las diversas regiones a donde llegaron, planteándose así como un milagro que no se había logrado antes, y ocultando su entidad de falso profeta, divinizado por tantas tribus quienes ponían su seguridad en el imperio entregándole su libertad humana y haciéndose esclavos de su sistema. Bien, pues ante todo eso (y más) se resistió el cristianismo, usando como herramienta la escritura, la libertad y la solidaridad hasta que la bestia romana se devoró a sí misma.

Rey Midas como alegoría
del fracaso mediante la avaricia


      Ahora sí podemos retomar el versículo que encabeza la presente publicación. Dicho versículo viene precedido por dos textos necesarios que servirán, bien para comprender o contextualizar un poco más este mundo remoto y de literatura extraña, o bien para seguir saciando la curiosidad:


Me paré sobre la arena del mar y vi subir del mar una bestia que tenía siete cabezas y diez cuernos: en sus cuernos tenía diez diademas, y sobre sus cabezas, nombres de blasfemia. La bestia que vi era semejante a un leopardo, sus pies eran como de oso y su boca como boca de león. El dragón le dio su poder, su trono y gran autoridad. Vi una de sus cabezas como herida de muerte, pero su herida mortal fue sanada. Toda la tierra se maravilló en pos de la bestia, y adoraron al dragón que había dado autoridad a la bestia, y adoraron a la bestia, diciendo: «¿Quién como la bestia y quién podrá luchar contra ella?»

También se le dio boca que hablaba arrogancias y blasfemias, y se le dio autoridad para actuar por cuarenta y dos meses. Y abrió su boca para blasfemar contra Dios, para blasfemar de su nombre, de su tabernáculo y de los que habitan en el cielo. Se le permitió hacer guerra contra los santos, y vencerlos. También se le dio autoridad sobre toda tribu, pueblo, lengua y nación. La adoraron todos los habitantes de la tierra cuyos nombres no estaban escritos desde el principio del mundo en el libro de la vida del Cordero que fue inmolado. Si alguno tiene oído, oiga:

10 «Si alguno lleva en cautividad,
a cautividad irá.
Si alguno mata a espada,
a espada será muerto.»


11 Después vi otra bestia que subía de la tierra; y tenía dos cuernos semejantes a los de un cordero, pero hablaba como dragón.

12 Y ejerce toda la autoridad de la primera bestia en presencia de ella, y hace que la tierra y los moradores de ella adoren a la primera bestia, cuya herida mortal fue sanada.

13 También hace grandes señales, de tal manera que aun hace descender fuego del cielo a la tierra delante de los hombres.

14 Y engaña a los moradores de la tierra con las señales que se le ha permitido hacer en presencia de la bestia, mandando a los moradores de la tierra que le hagan imagen a la bestia que tiene la herida de espada, y vivió.

15 Y se le permitió infundir aliento a la imagen de la bestia, para que la imagen hablase e hiciese matar a todo el que no la adorase.

16 Y hacía que a todos, pequeños y grandes, ricos y pobres, libres y esclavos, se les pusiese una marca en la mano derecha, o en la frente;

17 y que ninguno pudiese comprar ni vender, sino el que tuviese la marca o el nombre de la bestia, o el número de su nombre.

18 He aquí sabiduría: el que tiene entendimiento, calcule el número de la bestia, pues es número de hombre. Y su número es seiscientos sesenta y seis.


      Es útil observar que la perícopa (término académico para referirse a este pasaje) describe a la primera bestia como el imperio romano, ya que la bestia hace la guerra a los santos con el fuego; además el mar se relaciona con el caos en la ancestral literatura oriental, con el abismo, la oscuridad, etc. (Cristo camina sobre ello en una metáfora). Entender que la primera bestia es el imperio romano es la pista más sólida para comprender mejor a la segunda bestia, la cual viene surgida de la tierra y referida como el falso profeta y al servicio de la primera bestia (al servicio del imperio romano). Ésta sería un ministro de Roma, un emperador. En todo caso, el dragón y ambas bestias sería una representación antitética de la Santa Trinidad, ya que el cristianismo siempre se resistió a Roma. El dragón, al darle el poder a la primera bestia, emula al Padre para representar al Hijo en la primera bestia y, así, la segunda bestia al Espíritu Santo.


Ya, según interese la explicación filóloga o estructural de "Domitius Caesar Legatos Xti Violenter Interfecit", cabría decir que Domitius Caesar (Domicio César) haría función de sujeto en nominativo; Legatos (enviados) hace de complemento directo en acusativo; Xti (de Cristo) también hace de complemento directo junto a Legatos pero en genitivo; Violenter (brutalmente) hace referencia a la forma en que se desempeña el verbo y es indeclinable; Interfecit (asesinó) es el verbo de la frase, en tercera persona del singular y en pretérito perfecto, pasado. El orden estructural que nos deja: "Domicio César a los enviados de Cristo brutalmente asesinó" es el común y propio de la lingüistica clásica romana, característica de colocar el verbo al final de la frase.

Se recomienda una segunda lectura para una
ideal asimilación de las síntesis planteadas.

Fuentes: Comunicación personal con la Profa. Dra. R. Gordillo Hervás
Comunicación personal con un párroco anónimo
San Agustín, De Civitate Dei: 1-7
Apocalipsis 13:1-10 versión de el apóstol san Juan
Apocalipsis
13:11-18 versión de el apóstol san Juan

Mateo 6:24

viernes, 22 de mayo de 2020

§ Décimo sexta entrada: La Península Ibérica como la Indigestión Romana

      Buenas tardes. La península ibérica, antes de ser tomada por Roma, se componía fundamentalmente de dos culturas indígenas: los celtas, por el noroeste y parte del centro penínsular; y los íberos, por el sureste restante. A salvoguardia se encontraba un tercer territorio de mayor profundidad cultural: Tartessos. Estaban asentados, desde el siglo VIII al V a.C., en torno al Valle del Guadalquivir, y los antiguos historiadores (Hecateo de Mileto, Heródoto, etc.) la describían como un reino literalmente. Su mayor pieza arqueológica es el Tesoro del Carambolo, donde moran varios keftius, esto son lascas de oro interpretadas como la piel de un toro extendida y con cierta similitud a la silueta de la península ibérica. En su mito fundacional, de la mano del bastardo Habis, coexisten diversas referencias de toda la mitología del Mediterráneo: su prematuro abandono en el río (como Moisés), la lactancia por una cierva (como Rómulo y Remo con la loba capitolina Luperca, o Ciro con una perra), etc. El mismo Hércules, en su décimo trabajo, llega hasta Tartessos (de ahí las Columnas de Hércules en Andalucía). Esta civilización desapareció para dar lugar a la tribu íbera turdetana.

     
      "Celta" viene de del griego antiguo y fue Heródoto quien usó keltoi (plural)/keltos (singular) para referirse a las tribus bárbaras europeas. Cabe aclarar que "galo" refiere al mismo término pero en latín. Las deidades celtas que alcanzaron mayor culto druídico en la península ibérica fueron: Nabia (diosa de las aguas dulces. Parece ser el origen de Santa Marina de Aguas Santas), Netón, Epona, Cernunnos, Bandus (posible compañero de Teutatis como pareja de deidades de la guerra, aunque este Teutatis no alcanzara tanto culto en la península ibérica, sino más en Centroeuropa), Ataecina (“renacida”) y Endovelico (“el negro”. Posible compañero de Ataecina como pareja de deidades del inframundo).

      Los íberos son la cultura con mayor "pureza indígena autóctona" de la península, pero quienes han dejado menor legado arqueológico en comparación a otras comunidades como los celtas o Tartessos. Se conoce que el cultivo cereal era su motor económico, el interés por trabajar la escultura (la Dama de Elche y la Dama de Baza) y que su dialecto era distinto al de los celtas, parece ser que fuera parecido al vasco actual y que los romanos, cuando llegaron, no podían entender nada de ésta. Los íberos coexistieron con colonias griegas por el este y fenicias por el sur.

      Todas las tribus se organizaban en oppida (plural), unidad comarcal que inspiraría a los romanos, de hecho el término que se emplea para su nominación es latino. Un oppidum (singular) se aventajaba de la altura y protección natural (montañas, ríos, bosques), aunque podían tener añadidos defensivos como murallas. Pasa igual con la devotio, esto es una lealtad inusual que los celtas mantenían con sus superiores y que los romanos la latinizaron para ellos. Su jerarquización se basaba en la aristocracia guerrera, sistema heredado de los Campos de Urnas. Los guerreros justificaban su posición privilegiada con su valía en la guerra y la eficiente gestión de recursos en épocas de escasez.


Los fenicios de Cartago, tras ser negados por Roma en Sicilia en 241 a.C., buscan en la península ibérica la prosperidad y ganarle el pulso a Roma. Es entonces cuando Roma, tras terminar de deponer a Cartago en 201 a.C., se dispone a acabar lo que empezó en 218 a.C.: la toma de la península ibérica.

     Podemos tener a bien dos acontecimientos a comentar: la Revuelta lusitana (147-139 a.C), liderada por Viriato al sur de la península. Viriato hizo un itinerario de estrategia austera en recursos pero lujosa en valores, desde Sierra de la Estrella hasta Segovia pasando por Osuna (actualmente hablando), para ir mermando a las legiones romanas y reclutando, a su vez, diversas tribus indígenas aliadas. Tal resistencia supuso esto a Roma que tuvo que sobornar a dos compañeros de Viriato para que lo envenenaran (Roma asesinó posteriormente a estos dos alegando que no podía fiarse de traidores). Por el norte, la Revuelta celtíbera, en Numancia. Roma debió intentarlo con los generales: Cecilio Metelo Macedónico, Quinto Pompeyo, Hostilio Mancino y Cornelio Escipión el Emiliano (nieto de Publio Cornelio Escipión, quien derrotó a Cartago) a lo largo de una década (143-133 a.C), para reducir a esta aldea y rodearla con nueve bases militares y, sólo cuando los superaron, no conquistaron sino cadáveres, pues se encontraron que los numantinos se habían suicidado ante la idea de ser subyugados por Roma. Habían muerto, pero no les habían vencido.
     
      Los episodios que vertebran la conquista de la península ibérica, a partir de la toma de Numancia, son el enfrentamiento contra Sertorio (82-72 a.C.) o la deposición de los partidos pompeyanos a manos de César (49-45 a.C.), principalmente con las batallas de Ilerda y de Munda respectivamente. No será hasta con Octavio Augusto, en 19 a.C., que se verá totalmente absorvida por Roma y se generan las provincias Baetica, Lusitania y Tarraco para terminar de anexionar la península ibérica.
 
En todo caso, Roma tardó unos doscientos años (218-19 a.C.) en conquistar todas las tribus de la península ibérica una a una. Este dato contrasta trascendentalmente ante la defección de la gran fuerza cartaginesa, unida además, en solo diecisiete años; y las Galias en ocho.



Fuentes: P. Barceló, Breve historia de Grecia y Roma, Madrid, 2001
J.M. Cortés Copete, Res Gestae Divi Augusti (edición, traducción y comentario), Madrid, 1994
Jeremías 10:9

Ezequiel 27, 12
1Reyes 10, 2
Salmo 72:10
Estrabón, Geografía, III, 2, 14
Avieno, Ora Marítima
Hesíodo, Teogonía, 287 y 983
Heródoto, Historias, IV 8, I 163 y IV 152
Justino, Epítome de las Historias Filípicas de Pompeyo Trogo, XLIV, 4
 
       
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§ Décimo séptima entrada: 666

" He aquí sabiduría: el que tiene entendimiento, calcule el número de la bestia, pues es número de hombre. Y su número es seiscientos ...

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