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viernes, 22 de mayo de 2020

§ Décimo sexta entrada: La Península Ibérica como la Indigestión Romana

      Buenas tardes. La península ibérica, antes de ser tomada por Roma, se componía fundamentalmente de dos culturas indígenas: los celtas, por el noroeste y parte del centro penínsular; y los íberos, por el sureste restante. A salvoguardia se encontraba un tercer territorio de mayor profundidad cultural: Tartessos. Estaban asentados, desde el siglo VIII al V a.C., en torno al Valle del Guadalquivir, y los antiguos historiadores (Hecateo de Mileto, Heródoto, etc.) la describían como un reino literalmente. Su mayor pieza arqueológica es el Tesoro del Carambolo, donde moran varios keftius, esto son lascas de oro interpretadas como la piel de un toro extendida y con cierta similitud a la silueta de la península ibérica. En su mito fundacional, de la mano del bastardo Habis, coexisten diversas referencias de toda la mitología del Mediterráneo: su prematuro abandono en el río (como Moisés), la lactancia por una cierva (como Rómulo y Remo con la loba capitolina Luperca, o Ciro con una perra), etc. El mismo Hércules, en su décimo trabajo, llega hasta Tartessos (de ahí las Columnas de Hércules en Andalucía). Esta civilización desapareció para dar lugar a la tribu íbera turdetana.

     
      "Celta" viene de del griego antiguo y fue Heródoto quien usó keltoi (plural)/keltos (singular) para referirse a las tribus bárbaras europeas. Cabe aclarar que "galo" refiere al mismo término pero en latín. Las deidades celtas que alcanzaron mayor culto druídico en la península ibérica fueron: Nabia (diosa de las aguas dulces. Parece ser el origen de Santa Marina de Aguas Santas), Netón, Epona, Cernunnos, Bandus (posible compañero de Teutatis como pareja de deidades de la guerra, aunque este Teutatis no alcanzara tanto culto en la península ibérica, sino más en Centroeuropa), Ataecina (“renacida”) y Endovelico (“el negro”. Posible compañero de Ataecina como pareja de deidades del inframundo).

      Los íberos son la cultura con mayor "pureza indígena autóctona" de la península, pero quienes han dejado menor legado arqueológico en comparación a otras comunidades como los celtas o Tartessos. Se conoce que el cultivo cereal era su motor económico, el interés por trabajar la escultura (la Dama de Elche y la Dama de Baza) y que su dialecto era distinto al de los celtas, parece ser que fuera parecido al vasco actual y que los romanos, cuando llegaron, no podían entender nada de ésta. Los íberos coexistieron con colonias griegas por el este y fenicias por el sur.

      Todas las tribus se organizaban en oppida (plural), unidad comarcal que inspiraría a los romanos, de hecho el término que se emplea para su nominación es latino. Un oppidum (singular) se aventajaba de la altura y protección natural (montañas, ríos, bosques), aunque podían tener añadidos defensivos como murallas. Pasa igual con la devotio, esto es una lealtad inusual que los celtas mantenían con sus superiores y que los romanos la latinizaron para ellos. Su jerarquización se basaba en la aristocracia guerrera, sistema heredado de los Campos de Urnas. Los guerreros justificaban su posición privilegiada con su valía en la guerra y la eficiente gestión de recursos en épocas de escasez.


Los fenicios de Cartago, tras ser negados por Roma en Sicilia en 241 a.C., buscan en la península ibérica la prosperidad y ganarle el pulso a Roma. Es entonces cuando Roma, tras terminar de deponer a Cartago en 201 a.C., se dispone a acabar lo que empezó en 218 a.C.: la toma de la península ibérica.

     Podemos tener a bien dos acontecimientos a comentar: la Revuelta lusitana (147-139 a.C), liderada por Viriato al sur de la península. Viriato hizo un itinerario de estrategia austera en recursos pero lujosa en valores, desde Sierra de la Estrella hasta Segovia pasando por Osuna (actualmente hablando), para ir mermando a las legiones romanas y reclutando, a su vez, diversas tribus indígenas aliadas. Tal resistencia supuso esto a Roma que tuvo que sobornar a dos compañeros de Viriato para que lo envenenaran (Roma asesinó posteriormente a estos dos alegando que no podía fiarse de traidores). Por el norte, la Revuelta celtíbera, en Numancia. Roma debió intentarlo con los generales: Cecilio Metelo Macedónico, Quinto Pompeyo, Hostilio Mancino y Cornelio Escipión el Emiliano (nieto de Publio Cornelio Escipión, quien derrotó a Cartago) a lo largo de una década (143-133 a.C), para reducir a esta aldea y rodearla con nueve bases militares y, sólo cuando los superaron, no conquistaron sino cadáveres, pues se encontraron que los numantinos se habían suicidado ante la idea de ser subyugados por Roma. Habían muerto, pero no les habían vencido.
     
      Los episodios que vertebran la conquista de la península ibérica, a partir de la toma de Numancia, son el enfrentamiento contra Sertorio (82-72 a.C.) o la deposición de los partidos pompeyanos a manos de César (49-45 a.C.), principalmente con las batallas de Ilerda y de Munda respectivamente. No será hasta con Octavio Augusto, en 19 a.C., que se verá totalmente absorvida por Roma y se generan las provincias Baetica, Lusitania y Tarraco para terminar de anexionar la península ibérica.
 
En todo caso, Roma tardó unos doscientos años (218-19 a.C.) en conquistar todas las tribus de la península ibérica una a una. Este dato contrasta trascendentalmente ante la defección de la gran fuerza cartaginesa, unida además, en solo diecisiete años; y las Galias en ocho.



Fuentes: P. Barceló, Breve historia de Grecia y Roma, Madrid, 2001
J.M. Cortés Copete, Res Gestae Divi Augusti (edición, traducción y comentario), Madrid, 1994
Jeremías 10:9

Ezequiel 27, 12
1Reyes 10, 2
Salmo 72:10
Estrabón, Geografía, III, 2, 14
Avieno, Ora Marítima
Hesíodo, Teogonía, 287 y 983
Heródoto, Historias, IV 8, I 163 y IV 152
Justino, Epítome de las Historias Filípicas de Pompeyo Trogo, XLIV, 4
 
       
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lunes, 4 de mayo de 2020

§ Décimo quinta entrada: La Expulsión del Primer Jardín del Edén en la Prehistoria

      Buenas tardes. Hay principalmente tres lazos entre la expulsión de Adán y Eva del Primer Jardín del Edén y el paso del anterior homonoide al hombre: el cambio paisajístico (de vegetación a arena), la diagnosis de la cadera femenina (menos capaz y dolor en el parto) y el surgir del conocimiento (saber trabajar). Trataremos cada lazo en un párrafo de forma respectiva y consecutiva.

      Hace entre 3 y 6 m.a., al este de África, hubo un drástico cambio en la naturaleza causado por el clima. Antes estaba compuesto por selva/bosque, lo que permitía a nuestros ancestros vivir ramoneando sin problema en cuanto a recursos y protegidos de climas agresivos; pero pasó a ser una región de desierto/sabana, desprovisto de vida y otras riquezas, forzando al habitante a sobrevivir mediante trabajo (primeras pautas culturales). Esto nos lleva a las condiciones que rodearon a Adán y Eva al ser expulsados del Primer Jardín del Edén, un espacio cargado de recursos y protecciones que permitieron una vida ideal hasta que, al ser expulsados de ese espacio, se vieron inmersos en un paisaje árido y estéril donde tendrían que vivir en base a su esfuerzo. Esto nos rememora la más célebre sentencia con la que Dios castigó a la humanidad mediante sus progenitores (Adán y Eva, más concretamente a Adán) "te ganarás el pan con el sudor de tu frente".

      Se conoce que las hembras homonoides que habitaron ese lugar idílico estaban dotadas de unas caderas más capaces que las hembras contemporáneas a nuestra era y, que además, los bebés poseían una menor bóveda craneana, dando como resultado un parto mucho más natural (en el sentido de no requerir de esfuerzo, intervenciones, etc.) y liviano que el que conocemos. Tras aquella "expulsión" del hábitat selvático, la especie femenina que resultó adaptante del hábitat desértico, nos legó una diagnosis de la hembra con caderas más cortas (esto no se sabe exactamente a causa de qué, como otras tantas cuesiones de la prehistoria, pero se cree que en consecuencia del bipedismo) y una diagnósis del bebé de craneo mayor (seguramente esté relacionado con la supervivencia del más inteligente pero, insisto, en la prehistoria nos movemos con hipótesis). Esto nos lleva a la otra sentencia más célebre con la que Dios condenó a la humanidad mediante sus progenitores (Adán y Eva, más concretamente a Eva) "Mucho te haré sufrir en tu embarazo, parirás hijos con dolor".

      El conocimiento (entregado por la Serpiente en el Primer Jardín del Edén y por el fuego -que nos remite al Diablo- en la hominización, en la prehistoria). El fuego, según las tesis más recientes, se conoce que fue el principal causante de nuestra inteligencia (y, sobre tanto, conocimiento). Nuestro organismo estaba habituado a digerir alimentos crudos, por lo que invertía enorme cantidad de energía en gestionar esas digestiones; cuando se empezó a “cocinar” con fuego (un gran adaptador para la supervivencia tras aquel cambio paisajístico), el organismo generaba la misma cantidad de energía al prepararse para una digestión de alimento crudo y, cuando se encontraba con alimento cocinado, la energía sobrante que había generado, la destinaba al cerebro. Esto nos evoca de nuevo a las mitologías más remotas, en las que se habla de una entrega del conocimiento mediante un "lucifer" (del latín, portador o hacedor de luz, literalmente), con la Serpiente en el Árbol del Conocimiento. O con prometeo entregando al hombre el Fuego Sagrado de los dioses y volviéndolos inteligentes, aunque esto concierna a la mitología griega.

      Una venta de alma al Diablo siempre se ha definido como algo que te hará superar un obstáculo vital a un coste que te lastrará por siempre. ¿Qué es el conocimiento, sino la materia con la que hemos construido todo un mundo donde sobrevivir, pero que, si nos despojamos de ella, no podremos seguir en esta nuestra construcción?


Existe discusión, entre los eruditos en la materia, sobre si debería haber debate en tanto que los lazos entre el origen científico de la humanidad y el origen mitológico es casualidad o, si por el contrario, hay un Misterio de Dios por investigar.

 

Ruiz Domínguez, J. A., (2013). El trabajo de las mujeres en las ciudades castellanas de los siglos XIII y XIV a través de la literatura
Fernández Martínez, V. M., (2007). Prehistoria. El largo camino de la humanidad, Alianza Editorial, S.A.
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§ Décimo séptima entrada: 666

" He aquí sabiduría: el que tiene entendimiento, calcule el número de la bestia, pues es número de hombre. Y su número es seiscientos ...

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